Tres meses pasé
en Gran Canaria y puedo jurar que no quería volver a Madrid. Mi primera
experiencia en las Islas fue inolvidable. Lo que más recomiendo a cualquiera
que no las conozca es el alquiler
de vehiculos en cualquiera de ellas y el recorrerlas de cabo a rabo.
Aunque no puedo
mentir: Gran Canaria me marcó más que
Tenerife, probablemente porque la conocí primero; el caso es que sus playas me parecieron más
bonitas y el acento de sus gentes más gracioso. También puede deberse a que
pasé la mayor parte del tiempo en la playa de Arinaga, en el municipio de
Agüimes, y no en la capital, que es lo
que hice cuando estuve en Tenerife. Arinaga es una playa en un pueblo tranquilo
y muy ventoso; dicen las gente que ese viento enloquece.
Para mí fue mucho
más interesante porque cuando quería ciudad recurría al alquiler de coches
en Agüimes y me íba de road movie. Todo ese tiempo trabajé en Puerto
Rico, en Mogán,
a unos 45 kilómetros, así que cada día recorría una carretera desde la que
contemplaba unas playas increíbles.
Y ¿qué decir de
las dunas de Maspalomas? Una reserva y un paraíso natural, un exótico desierto
de fina arena pero con la recompensa de las olas esperándote a un lado y la
infraestructura turística al otro. Porque turistas no faltan en Gran Canaria,
claro. Buen ejemplo es la cercana playa del inglés, ideal para quien quiere
practicar lenguas y buscar juerga… yo particularmente prefería alquilar un
vehículo (no siempre era un coche, a veces una furgoneta o hasta una barca…) y
salir a buscar en qué playa casi-ahogarme ese día; el atlántico puede ser
bravo.
Pero sí: muchas
veces sucumbía a las terracitas llenas de guiris, a las papas arrugás
con mojo picón, y, sobre todo, a la deliciosa cerveza Tropical.
Y siempre
intentando gozar de la compañía de un alquiler de coches y de los locales, los
canarios, gente asombrosamente bella, simpática, acogedora, amable y graciosa.
¡El caribe en España! Quién me lo iba a decir.
Volveré en cuanto pueda.
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